Este sábado en Hot Radio hablaremos de los premios Razzie: las peores actuaciones y películas del 2024. También revisaremos las alertas que anteceden los fenómenos astronómicos por venir y seguiremos escuchando excelente música, hecha por mujeres pioneras del Rock y el Pop, alternando con el análisis de las complejas informaciones sobre nuestro mundo cada vez más complejo, especialmente porque las segundas partes siempre son peores, como Constantin, Parque Jurásico y Karate Kid. La segunda parte a la que me refiero es la guerra y este año la humanidad está reeditando tensiones y conflictos que creíamos superados y jamás repetiríamos. Desafortunadamente, las hostilidades, desigualdades y extremos dogmáticos nos conducen a una secuela bélica alarmante.
Uno de los más grandes transgresores del dogma opresor es, precisamente, Jesús de Nazareth, especialmente por su insistencia en hacer prodigios el día sábado, lo cual desencadenó la feroz molestia de los sacerdotes judíos. No conforme con ello, Jesús cuestionó la recaudación de diezmos, ofrendas y la administración opulenta de las alcancías del templo. Toda la intolerancia del Sanedrín se repite hoy con mayor brutalidad en el mismo lugar y contra los mismos inocentes. Romanos y judíos, sin embargo, se valen del Cristo para prolongar sus dominios basados en el dogma y el fanatismo; Roma instituyó la Fe como los faraones y el judaísmo se mimetiza entre protestantes para ampliar su recaudación y relacionar su bandera con una promesa territorial “mesiánica”. Es un mundo desastrosamente fanático que aprovecha nuestra inclinación primitiva hacia un misticismo que apenas evoluciona.
La mayoría de sistemas de poder se valen del misticismo - fanatismo en el campo político, explotando la tendencia social al miedo, la salvación y el agrupamiento. En realidad, son extremos que se tocan y se manifiestan en tendencias perversas. Realmente vivimos bajo un poderoso sistema de dominación mental – cultural – financiera que exacerba nuestras apetencias, miedos y ambiciones. Dimensiones como la farándula, la religión, el poder y la supremacía no son recursos exclusivos del nazismo y la inquisición, sino de nuestra crisis civilizatoria totalitarista, puesta de relieve en la ONU, incapaz de impedir las agresiones e intolerancias. Regímenes de todos los hemisferios y puntos cardinales se alejan del equilibrio y la espiritualidad para mantener estados de confrontación que justifiquen posturas extremas asociadas a la manipulación masiva.
Pero de ninguna manera estamos condenados a ello: las guerras en la actualidad pretenden contener toda una generación innovadora, creadora, ecológica, equilibrada y fraterna; en Israel hace años el extremismo sionista está en minoría ante ortodoxos y jóvenes votantes que no quieren conflictos con Palestina ni pretenden dominar el mundo. Lo mismo ocurre en Europa y América: una sociedad emergente en todos los niveles, estratos y creencias está decidida a asumir nuevas formas de convivencia, de gobiernos y entendimientos, en armonía con el ambiente, las culturas y con verdaderas democracias. Esto provoca mayor violencia, agresion y resistencia político religiosa en quienes ostentan el poder, como Bernardo Guy queriendo detener el renacimiento.
Joaquín Rondón – Profesor Universitario – @cuentaregresivaenradio
